Fotos del acto oficial y autoriodades
Fotos stands.
Fotos entrega premio Artesano a Juan de Dios Moreno.
Fotos ambiente Feria.
Fotos concurso y entrega premios VINO.
Fotos presentación libro Lorenzo Padilla.
El Ayuntamiento de Padul realizó a media tarde de ayer un balance
provisional de la XIV Feria Agroalimentaria, del Turismo y la
Artesanía del Valle de Lecrín, Temple y Costa que ha tenido lugar
en el recinto ferial de la localidad desde el pasado día 7 y que
finalizó a las 21:00 horas del domingo día 9.
Destacan en primer lugar la masiva afluencia de visitantes durante los tres
días que ha durado la muestra, habiendo algunos momentos,
especialmente en la jornada el sábado, en los que resultaba
prácticamente imposible acceder al recinto dado el volumen de
personas que se concentraban ya en el interior del mismo. Así, se
estima que incluso se han sobrepasado las 30.000 visitas esperadas,
hecho al que ha contribuido la buena climatología y la buena fama de
este evento que atrae cada año a un mayor número de personas
provenientes de todos los rincones de Andalucía e incluso de otras
regiones.
A la espera de que en los próximos días se ofrezcan datos
definitivos, en el balance provisional destacan la magnífica
aceptación del stand de la asociación vitivinícola (un clásico de
esta feria) y la buena acogida que han tenido durante estos días los
productos de la empresa local “Mermeladas y Conservas La Pauleña”
que ha visto como varios productos de su amplia gama se agotaban.
El alcalde del municipio, Manuel Alarcón, ha adelantado que además del
éxito en el número de visitantes y en el volumen de ventas “hay
que valorar el negocio generado por esta feria en los bares,
restaurantes y cafeterías del pueblo que han estado con bastante más
movimiento del habitual durante los tres días” Además, ha
concluido “más allá de las ventas en la propia feria, lo
importante son los negocios que puedan surgir de aquí y la
incalculable campaña de venta de los valores ambientales, culturales
y gastronómicos de Padul y de las tres comarcas que han participado
en la muestra”.
PRESENTACION
LIBRO DE EL PADUL (D. Lorenzo Padilla)
Domingo 9 de diciembre. 13:00 horas.
Lo primero que quiero hacer es agradecer a todos los asistentes su
presencia en esta mañana fría de invierno a la presentación de
este libro. Y un agradecimiento especial al alcalde Don Manuel
Alarcón por haber confiado en mí y haber apostado para que este
libro llegara a terminarse este año y su publicación en forma
digital a la espera de que en tiempos venideros con más prosperidad
para las instituciones locales se puedan tener algo más de dinero
para temas culturales y llegar a su publicación en papel.
Esta clase de estudios locales nos permiten conocer con una mejor
comprensión las pequeñas historias de pueblos que con sus
desconocidas pero importantes gestas fueron capaces de ayudar al
engrandecimiento de la monarquía española y su expansión
territorial.
No voy a extenderme en el contexto histórico para no cansarles
demasiado y no hacerme muy pesado, solo indicarles que después de la
expulsión de los moriscos del reino granadino tras la guerra que
enfrento a castellanos y antiguos habitantes de origen musulmán, los
pueblos y campos de la Vega, Alpujarras, Valle y Sierras la
despoblación fue tal que se inició por parte de la monarquía un
plan para la repoblación de todos los lugares abandonados y casi
deshabitados. Como en el resto de los pueblos del Valle, la crisis
demográfica en El Padul fue tremenda.
A la destrucción de los cultivos y viviendas a causa de la guerra, se
añadió el auténtico desierto humano que inicialmente representaba
la repoblación. Las cifras hablan por sí solas, de los 724
habitantes que tenía el Padul en 1568 pasaron a 232 en 1587.
En tiempo de moriscos había 181 casas habitadas
Tres molinos de aceite útiles
Un molino de pan
Un horno de pan
En primer lugar se procedió al alindamiento y amojonamiento con las
poblaciones con las que partía raya: Durcal, Cozvijar, Conchar,
Abuñuelas, Dilar, Jayena, el Quempe y Otura.
Seguidamente se inició el reparto de las haciendas y casas del término. Se
repartieron:
2578 marjales de tierra de riego
540 marjales de olivar
1672 marjales de viñas
37.688 marjales de tierra de secano en las que se siembran 4.239 fanegas.
De las 181 casas que habia en tiempo de moros se quedaron en 60 moradas para cristianos nuevos pobladores
Las tierras de riego se regaban con aguas de la Fuente principal, Fuente
de Tabernas y otras fuentes de menor importancia situadas en el
término, y con el agua de una acequia que se saca del río Dúrcal,
que se parte con Durcal y Cozvijar en turno por días a la semana.
De hoja de cría de seda hay muy poca pues casi todos los morales están
talados.
También en el término de El Padul se comprendían muchas tierras de baldíos:
Tierra donde se coge esparto que es capaz de surtir a la ciudad de Granada en sus necesidades.
La laguna y el Margen se sirve para pastos de vacas y coger anea con la que algunos vecinos sacaban hasta 60 ducados al año.
Esta laguna se podría desaguar por el río Cozvijar que va a dar al río Dúrcal y que costaría más de 10.000 ducados.
Para llevar a cabo la repoblación a El Padul el Consejo de Población
ordenó que estas tierras se repoblaran con 60 nuevos vecinos,
procediendo a sortearse los lotes o suertes que debían entregarse a
cada repoblador. Cada una de las suertes repartidas estaban
constituidas de la manera siguiente:
-
1 casa.
-
20 marjales de tierra de riego.
-
24 fanegas de tierra de secano de labor.
-
5 marjales de viña.
-
150 olivos.
-
2 morales.
Por la casa pagarían un real de censo en cada un año y por las tierras
la decima de todos los frutos que recogieran en ellas, excepto de los
morales que sería la quinta y de olivos la tercia. Esto durante los
primeros 10 años.
El origen de estos nuevos pobladores será mayoritariamente andaluces
(de Jaén y Córdoba) siguiéndole los procedentes de la Meseta Sur
(donde destacan los originarios de Cuenca y Toledo), después los
gallegos y, finalmente, los de la Meseta Norte (Valladolid, Burgos,
Santander). También llegaron repobladores aislados de Extremadura y
de otros rincones.
El fundamento jurídico de la recolonización fueron sendas cédulas de
fecha de 26 de diciembre de 1570 y de 28 de marzo de 1571. Los
primeros repobladores empezaron a llegar en 1572. Probablemente,
entre ellos figuraría también parte de la guarnición de tres mil
hombres de Don Juan de Austria, que se quedaron en las fortalezas de
Lanjarón y Órgiva y 84 puestos fuertes más tras la guerra de las
Alpujarras.
Para la repoblación de los lugares que se había que repoblar como antes
se ha dicho, se
crea un Consejo de Población y se dictan una serie de normas y
condiciones a que estarán sometidos los nuevos pobladores. También
por hallarse la mayoría de las casas y haciendas destruidas y en mal
estado de conservación, se dicta un Auto para conservar las casas
maltratadas, según Provisión Real de 29-12-1592.
Los repobladores del Padul debieron enfrentarse desde el momento de su
llegada a la tarea de reparar o volver a construir la casa que contenía su suerte. El
Libro de Apeo de el Padul es muy ilustrativo y al dar noticia de la
calidad de la casas lo hace con los términos destruida, caída,
hecha pedazos, inhabitable, y aplica uno de estos términos a 181
casas, que se estimaba podían existir en el pueblo en tiempos de
moriscos
“Casi todas las dichas casas y molinos están desbaratadas, quitada la
madera, y las paredes que quedan, como se les quitó la trabazón de
la madera y ellas eran de tapias, están amenazadas de ruina; serán
siete u ocho las que se habitan por tener algún aposento que quedó
sano, y, para poderse pasar el invierno, tiene necesidad de reparar”.
Y es que el problema, estribaba en las condiciones sociales y
económicas de los repobladores, que se manifestaban en unas
peculiaridades muy concretas: su extremada pobreza, escasos medios de
producción y carencia de aptitudes para los trabajos que debían
emprender, desconocimiento de su nuevo medio y sistemas de cultivo,
falta de identidad como comunidad al no tener tradiciones comunes.
El proceso de sincronía hombre-medio no se produjo de forma inmediata.
Serian necesarias varias generaciones para que esa relación fuese
fluida y El Padul reencontrara su identidad como pueblo.
La inseguridad de los lugares a repoblar fueron igualmente
condicionantes negativos para llevar a buen término la repoblación
de estos territorios alpujarreños, siempre en constante vigilancia
de ataques del bandolerismo de los moriscos huidos a las montañas, y
de los piratas bereberes del norte de África que muy a menudo se
adentraban en el interior para hacer cautivos a los vecinos de estas
alquerías, y así pedir un rescate por sus personas.
La repoblación del Reino de Granada fue un campo de experimentación
bien abonado para lo que años más tarde serían las milicias
concejiles. Una condición que debían asumir los nuevos vecinos
asentados para poder disfrutar de tierras, con obligación de estar
armados y levantar fortificaciones a fin de defender el lugar
repoblado.
Otras de las condiciones eran la obligatoriedad de residir permanentemente
en el lugar, asegurando así la defensa y evitar la despoblación,
ahorrando a la Corona grandes gastos en pagar a una guarnición
militar permanente.
Los Libros de Apeo y Repartimiento son de capital importancia, tanto para
el estudio de la historia local como para el estudio de la toponimia
y onomástica de los nuevos lugares repoblados por gentes de otras
latitudes españolas. También nos dan un conocimiento del estado
social y económico de estos cristianos viejos, ya que en estos
libros está contenida la realidad de la población que siguió a la
expulsión de los moriscos y el tránsito de una sociedad musulmana a
una sociedad cristiana. En ellos podemos estudiar el número de
familias con que se repobló cada población, su procedencia,
cantidad de hacienda y árboles, en los que destacan los morales,
para la cría de seda que se dio en posesión a cada uno de los
vecinos.